El día 8 de febrero 2025 se inauguró, con gran éxito, la primera capital europea de la cultura transfronteriza: se trata de las ciudades de Gorizia (Italia) y Nova Gorica (Eslovenia).
Como costumbre el día fue lleno de celebraciones, dividas en eventos institucionales y espectáculos en ambas las ciudades, de facto divididas por una frontera virtual en la Europa de Schengen.
La parte institucional vio la presencia de los Ministros de la Cultura de Italia y Eslovenia, así como de los Presidentes de las dos Republicas, Nataša Pirc Musar por la Republica Eslovena y Sergio Mattarella por la Republica Italiana.
Estas dos ciudades tienen una larga historia común: de hecho, fueron la misma ciudad durante mucho tiempo cuando formaban parte del imperio austrohúngaro. Tras la Primera Guerra Mundial (que fue especialmente cruenta en esta región) esta zona quedó bajo soberanía italiana y, en 1947, la región circundante pasó a formar parte de Yugoslavia. Esta frontera implicó una violenta segmentación del territorio y, por ende, de las vidas de sus habitantes. Las personas que, hasta entonces, trabajaban juntas y se reunían en los mismos bares y mismas plazas se vieron obligados a tener que cruzar una frontera internacional para verse.
El asunto básico del proyecto de capital Europea de la Cultura ha sido, desde el principio, la convivencia de los humanos a través de la mezcla y la contaminación de las culturas.
Este tema de contaminaciones culturales fue el tema principal también de las actuaciones que se hicieron en las dos plazas mayores de las ciudades.
En frente a un público superior a 10000 personas, la pieza final del espectáculo en la Plaza de la Victoria en Gorizia (Italia) fue un espectáculo de baile coreografiado por distintos artistas, para subir al escenario cuantas más culturas fuera posible, a través de distintos estilos de danza y baile, mezclados y contaminados para ser reconocidos pues amalgamado con los otros, con titulo The Shape of Creativity.
La pieza musical ha sido mezclada utilizando clásicos re-mezclados de distintos músicos históricos europeos, como Bach, Bizet, Beethoven, Vivaldi, Chopin, etc.
En los distintos estilos da baile que han identificado la Unión Europea, quizás por la primera vez así lejos de su tierra natía, estaba también el flamenco sobre las notas de la habanera, aunque en una versión moderna. Un solo de mantón que ha encantado el publico y se ha amalgamado perfectamente con los otros estilos, siempre manteniendo su identidad flamenca.
Esta ocasión “oficial” de colocar el arte y la cultura flamencas en un escenario institucional, aunque lejos de su tierra, abre una discusión sobre la difusión del flamenco afuera de España.
Las escuelas internacionales, que preparan bailaores y, sobre todo, bailaoras lejos de España y, al mismo tiempo, desarrollan coreografías y maestros preparados con los mejores maestros de España, ¿pueden ser un trámite por la difusión de la cultura del baile flamenco, aunque no sean “flamencos”?
La noticia es que, aunque nadie la haya dado el “permiso” de serlo, empiezan a trabajar con los otros estilos de danza y baile, a cooperar, a mezclar, a contaminar y a ser punto de intercambio de cultura y experiencia, sin olvidar nada del clásico, pues comunicando su existencia.
Este escenario tan importante podría ser un señal que el flamenco, afuera de España, está tomando fuerza propia, que las ideas de los aficionados no quedan más solo al “copiar” la “flamencura” andaluza, sino de mezclar la cultura tradicional flamenca con su propia cultura, para desarrollar un flamenco “local”, fiel a la tradición pues cerca de los autóctonos.